Por el escritor y compositor Reynaldo Fernández Pavón
A la vista de todas las naciones, la llamada “generación del centenario” (1) tomó el poder en la República de Cuba en 1959 a través de la lucha armada; desde entonces en esta utopía se han conjugando verbos en el futuro del Modo Indicativo: “haremos, tendremos, construiremos, alcanzaremos, produciremos, crearemos, conquistaremos, seremos”… propuestas y aspiraciones que han planificado recientemente para el 2030, es decir, para el tiempo en que serán adultos los hijos de nuestros hijos…El presente no existe para los populistas totalitarios que arrastraron a esa joven república a asumir un proyecto socio-económico que convirtió en “pobres a los ricos y en más pobres a los pobres” como presagiara José Martí en el siglo XIX; borrando de un golpe la capacidad de ejercicio de las instituciones, los derechos individuales, la herencia y la organización económica precedente e ignorando las categorías generales del sistema social, político y económico que han pretendido asumir. Reinventando la historia abolieron las tradiciones, borraron la memoria colectiva y los valores que identificaban a los pobladores de la isla, politizando todas las esferas del pensamiento y de la actividad humana, enarbolando dogmas que han paralizado la iniciativa individual y la creatividad de los ciudadanos.
El modelo de organización del estado socialista tenía entonces como objetivo primordial la liquidación del Capitalismo y la toma del poder de los trabajadores, al instaurar la “Dictadura del Proletariado”, utopía de un sistema “socioeconómico superior” que los marxistas–leninistas denominaron Socialismo y que mediante la lucha de clases eliminó a la burguesía, a la clase media y al estado de derecho. La dictadura del proletariado se suponía que fuese un “periodo de transición” instaurado con la toma del poder revolucionario que promulgó las leyes de nacionalización y expropiación de la propiedad privada, por parte de un estado que se evoca como una abstracción, el “estado” totalitario es personificado por la cúpula que ostenta el poder y controla toda la actividad económica. Seis décadas después, se impone hacer estas preguntas al partido único en el poder:
¿Son burgueses los miles de jóvenes que reprimen por reclamar sus derechos en las calles de Cuba y Venezuela hoy día?
¿A qué clases dirige el estado totalitario la lucha de clases en el siglo XXI?
¿Qué clases representan los ciudadanos que se enfrentan a los órganos represivos en demanda de libertad de expresión, de asociación y de la satisfacción de sus necesidades básicas?
¿Quiénes son los contrarrevolucionarios que tienen todo lo que el pueblo no puede tener en la Cuba de hoy?
Sería conveniente que aquellos que han pretendido representar los ideales del proletariado respondiesen a estas preguntas desde las categorías generales del marxismo -si es que las conocen- y se pondrá de manifiesto cómo se contradicen la teoría y la práctica en los regímenes totalitarios.
El surgimiento de nuevas formas de opresión y dominación se ha convertido en un flagelo que galopa raudo y veloz sobre las praderas de los pueblos de “Nuestra América”. La errática política exterior por parte de los países en los cuales existen estados de derecho, respecto a esta realidad, ha beneficiado que el neo castrianismo y el populismo florezcan en las Américas en pleno siglo XXI.
A través de elecciones absolutamente controladas o manipuladas desde partidos e instituciones que no representan los intereses de los pueblos, o a través de enlaces matrimoniales o de intereses entren oligarquías y magnates, arriban al poder políticos populistas de izquierda y de derecha. El mínimo común denominador de estos personeros y partidos -cada vez más iletrados- es instaurar el nepotismo y el enriquecimiento ilícito, como ha ocurrido en la historia reciente de Venezuela, Brasil, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. Al llegar al poder siguen el ejemplo de sus aliados caribeños que han envejecido en el poder. Por lo cual, no pueden primar intereses circunstanciales en las relaciones de la comunidad internacional con estos gobiernos, eso significaría abandonar a los pueblos de estos países a su suerte.
Era impensable que después de más de seis décadas de contender con la dictadura totalitaria de la Isla de Cuba, fuésemos a ser testigos del establecimiento de gobiernos neo-castristas que, como caballos de Atila, no permiten que vuelva a crecer el espíritu de la democracia; eliminando las más mínimas conquistas que en un proceso de cruentas batallas que desde el siglo XIX hizo posible el surgimiento de las jóvenes repúblicas latinoamericanas. Es tiempo de terminar con las catarsis y de repudiar a aquellos que tratan esta tragedia como si fuese una comedia y de trabajar en la consecución de programas políticos y sociales que unan voluntades de todos los sectores de la sociedad en el supremo objetivo de instaurar estados de derecho.
Fidel Castro, máximo líder de la Revolución cubana declaró en entrevista con la revista “The Atlantic” que “el modelo cubano ya no funciona”. ¡Qué pena! Lo descubrió medio siglo después de imponer un sistema autoritario de gobierno que compite en estadía con las dinastías y dictadores que más tiempo han ocupado el poder en la historia y desde luego, toda la responsabilidad de la quiebra, la hacen recaer en el bloqueo y la amenaza imperialista. El gran pretexto que todavía se les permite utilizar y que sólo ha servido para que el ciudadano de a pie sufra más carencias cada día.
Ese modelo socio-económico no funcionó, ni en la extinta URSS, ni en ningún otro país del orbe, realidad por la cual cerca de cuatro de millones de cubanos se encuentran diseminados por el mundo, sin contar, los que yacen en el fondo de los mares del Estrecho de la Florida y todos aquellos que fueron emocionalmente aniquilados por la maquinaria represiva que crearon para desalentar y silenciar a los que se atrevieron a expresar que el Socialismo es un sistema que destruye sistemáticamente los valores espirituales y materiales de las países que lo asumen, por esa razón desapareció el bloque soviético.
Cuba, país que fuese el primer productor y exportador de azúcar de caña del siglo XX, hoy no puede siquiera abastecer el consumo de su población de este producto y la economía de un país petrolero como Venezuela, está a punto de colapsar y se ubica hoy entre los países más violentos e inseguros del planeta, con una carestía sólo comparable con las naciones europeas en la época de la Segunda Guerra Mundial…Estos ejemplos son suficientemente contundentes para que los pueblos cuyos líderes erigen gobiernos populistas de izquierda, sepan que el objetivo de los regímenes totalitarios, es eternizarse en el poder, aunque eso implique sumir en la ruina a sus países.
En cambio, la República Democrática Alemana dejó de existir después de la caída del muro de Berlín en 1989, en menos de treinta años de la reunificación, el estado de derecho vigente en Alemania se ha convertido en la economía más sólida de Europa y una de las primeras del mundo… ¿Qué más?
- (1) Al producirse el asalto al Cuartel Moncada en 1953 se conmemoraba el ‘Año del Centenario del Natalicio del Apóstol José Martí”, los miembros del movimiento “26 de Julio” se autodenominaron la “generación del centenario”.
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