Música versus ruido, un tema para meditar
Por Reynaldo Fernández Pavón, escritor, compositor, profesor y productor musical
En la vida cotidiana la música y el ruido son omnipresentes. Vale la pena analizar estos conceptos. Estoy seguro de que la mayoría de los lectores compartirán este criterio.
Se ha establecido, que el sonido, término que nace del latín “sonitus”, es un fenómeno físico que estimula el sentido del oído y que las vibraciones, se transmiten por un medio elástico en el cual se propagan en forma de ondas, y al llegar a nuestros oídos, producen la sensación sonora. Los sonidos se diferencian por sus características de percepción, a saber, el timbre y la intensidad que puede ser fuerte o débil, el tono: agudo o grave, y las medias frecuencias.
Los sonidos también tienen la capacidad de ser representaciones, el sujeto puede aprender a identificar los objetos por el sonido que producen incluso sin ver la imagen. Recuerdo que mi maestra de kindergarten cuando nos daba clases de pronunciación nos decía: – “Cam-pa-na” y tocaba una campanita a escondidas y después los niños repetíamos: – Cam-pa-na, y cuando sonaba el campanario de la iglesia decíamos a coro: – ¡Cam-pa-na! sin verlas. Es decir que los objetos pueden diferenciarse por el sonido que producen, no tenemos que ver una máquina de escribir o un teclado de computadora para identificarlos, basta con escuchar el sonido que producen cuando alguien está tecleando. El sonido ambiente también posee significados, por eso diferenciamos el viento de una cascada de agua, y sabemos que está lloviendo sin asomarnos a ver la lluvia desde una ventana. Todos experimentamos en nuestras vidas el efecto que puede tener en el estado emocional de un niño un regaño a gritos, el estruendo de un trueno, o una canción de cuna. A los niños de mi generación, las madres les dormían con canciones de cuna que cantaba con una afinación perfecta y un tono de voz lleno de ternura. Sin lugar a duda ese canto constituía un importante estímulo auditivo en los primeros meses de vida.
La influencia de la educación formal a nivel de la sociedad y los medios masivos de difusión, juegan un papel de suma importancia en este tema. En la década del 50, en el caso de Cuba, por citar un ejemplo, existía un medio sonoro que influía en la apreciación musical de los ciudadanos. La Radio y la TV, transmitían muy buena música popular y de concierto, ese factor a nivel de la sociedad en su conjunto hizo posible el surgimiento de compositores como Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Alejandro García Caturla, Ernesto Lecuona y de intérpretes que convirtieron a la música cubana en una embajadora de la cultura a nivel mundial.
La Radio ejerce una enorme influencia
Los sonidos musicales, también conocidos como notas musicales, como las palabras, poseen cualidades y significados por esa razón la tónica, la subdominante, la dominante y las sensibles, tienen funciones diferentes en la armonía, – por citar algunos ejemplos-, a lo que debe agregarse la importancia de los armónicos, que son sutiles y que no percibimos de manera consciente. Los armónicos generan el timbre característico de un instrumento musical. Son, junto con los formantes y la amplitud de la onda los que permiten diferenciar un tipo de instrumento de otro, o reconocer el timbre de la voz de una persona u otra miren que hecho tan interesante. Como las palabras, en el lenguaje musical, las notas o sonidos, se relacionan entre sí y en conjunción con otros elementos como el ritmo, la agógica y la morfología, hacen posible que el compositor pueda expresar sensaciones, emociones y conceptos estéticos, razón por la cual, identificamos y diferenciamos una obra que pertenece al barroco de obras del romanticismo, del nacionalismo o del dodecafonismo. Con la misma notación o sonidos musicales, se han creado infinidad de obras de música de cámara y sinfónica, óperas, zarzuelas, obras para coro, música folclórica y bailable, desde tiempos inmemoriales, existen tantas obras musicales como libros han sido escritos desde los anales de la historia, lo cual, demuestra que los sonidos musicales integran un sistema de posibilidades infinitas.
El ambiente sonoro
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